Una vez pasada la Semana Santa debo reconocer que por mucho que me empeñe, estos sonidos siempre me dejarán huella. No en vano fui un componente de esta banda durante muchos años, unos 12 o 13... El Viernes Santo yo ya tengo otro papel, llámese fotografía o edad. Llámese como se quiera llamar. Mis lágrimas quizá no vayan por fuera, pero se sienten por dentro. Y aún sigo sintiendo eso. Estar con mi banda era como estar a solas con mi intimidad. Inevitablemente, el tiempo pasa demasiado rápido para las cosas que echamos de menos. Pero qué duda cabe que estos sonidos son parte también de mi banda sonora. El pasado Viernes Santo, aparte del momento en que entro en la banda, cámara en mano, para realizar fotografías, aparte de los momentos en que me cruzo por delante de los músicos, por entre las filas, en mitad de los tambores... aparte de todo eso, pude estar 10 minutos sin hacer una foto viendo pasar a mi banda, a mi hermandad, a mi gente. Momentos de reflexión que se quedan ahí. Y no pasa nada, y la vida sigue, y el año que viene... el año que viene quien sabe si podré estar con mi banda. Me conformaré con estar yo, y me conformaré con que estén ellos.
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